lunes, 6 de octubre de 2008

Carlos Fuentealba, la Patagonia Rebelde y la historia que continúa. Parte I

El 3 de abril del 2007, en la Patagonia Rebelde, los docentes de Neuquén, después de un mes de paro en reclamo de recomposición salarial y pase a planta de los trabajadores de planes sociales, decidieron cortar la ruta 22. La policía los reprimió brutalmente, y mientras escapaban de los gases y de las balas de goma, un miembro del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP), disparó una granada de gas lacrimógeno a la cabeza de Carlos Fuentealba.
El maestro, con su cerebro destrozado, murió en unas horas, pero no dejó de enseñar. Su ejemplo empezó a hablar en nombre de su cuerpo ausente, a movilizar, a multiplicar la resistencia, a exigir justicia, a hacer memoria. Los maestros y maestras, sus compañeros, continuaron la lección. Señalaron como principales responsables al gobernador, Jorge Sobisch y a sus funcionarios. Pero también recordaron que sus demandas no tuvieron respuestas del gobierno nacional, ni del ministro de Educación, Daniel Filmus, ni del presidente de la Nación, Néstor Kirchner.
Diez años atrás, el 12 de abril de 1997, la policía de la misma provincia, mataba en Cutral Co a Teresa Rodríguez. Teresa tenía 24 años y era empleada doméstica. Mataron a Teresa, pero la bala apuntaba también contra la pueblada desencadenada a partir de otra lucha docente, que amenazaba multiplicar piquetes y resistencias más allá de sus propios límites. El gobernador de Neuquén entonces, era Felipe Sapag. El presidente, Carlos Menem.
Dos años antes, en Semana Santa, el 12 de abril de 1995, en Ushuaia, era asesinado por la policía provincial el obrero de la construcción Víctor Choque. La bala mató a Víctor, pero la orden de muerte tenía como objetivo desarticular la movilización obrera que se extendía en el extremo más austral del mundo. Matar el corazón rebelde del sur. El gobernador de Tierra del Fuego era José Estabillo. El presidente, Carlos Menem.
Los restos de Víctor Choque fueron llevados a su provincia de origen, Salta, de donde se había ido años atrás buscando nuevos horizontes de vida. Salta es una provincia devastada por las políticas del Banco Mundial que la declararon parte de los llamados "territorios inviables". El término perverso anticipaba el silencioso genocidio neoliberal, que produjo los nuevos "desaparecidos" como consecuencia de la desocupación, las enfermedades, la contaminación ambiental, la represión, la depresión, el hambre. Fue repetido en numerosos discursos por Domingo Cavallo, ministro plenipotenciario durante el gobierno de Menem primero y de Fernando De La Rúa después. Los desaparecidos del neoliberalismo, comenzaron a aparecer como piqueteros en Jujuy, cortando la ruta que lleva a Bolivia; en Salta; en la Patagonia. Había que detener la rebelión. En Salta, el 10 de noviembre del 2000 fue asesinado en la ruta 34 -entre General Mosconi y Tartagal- Aníbal Verón, trabajador mecánico, despedido de la empresa de transporte Atahualpa. Aníbal Verón, de 37 años, fue fusilado con una bala de la Policía provincial, pero la bala apuntaba a desarmar la protesta que se extendía por el reclamo de los Planes Trabajar caídos. El gobernador de Salta era entonces –como ahora-, Juan Carlos Romero. La Ministra de Trabajo del gobierno de la Alianza, era Patricia Bullrich. El Ministro del Interior, Federico Storani. El presidente, Fernando de la Rúa.

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